Escuche con atención. Ahora que tengo su atención, ya no
la quiero. Retírese, pero quédese. Lo quiero y no lo quiero. Estoy hecho un
histérico. Mejor quédese, pero con una tendencia latente a irse. Quédese con la
idea de irse, eso es lo que ahora necesito. Si desea quedarse, y yo así lo
deseo, mejor sería desear que se vaya después de determinado tiempo.
Si usted
desea irse, y yo deseo que se quede, entonces me armaré de valentía, fingiré
indolencia y le abriré la puerta; pero si usted desea quedarse y yo deseo que
se vaya, será mejor que acate mis órdenes:
“Váyase y no vuelva”
Si de lo
contrario, usted me hace caso y se va, no se atreva a contradecirme luego,
porque irse y volver es peor que no querer irse. Y si se va y no vuelve, mi
excentricidad ha triunfado nuevamente. No deje que esto ocurra. Quédese, pero
porque así usted lo desea. Yo así lo desearé si usted lo desea de verdad, porque so
pena su indiferencia, yo le estaré agradecido de que junte sus petates y se
vaya, si así lo desea, claro.
No se puede ser neutral dentro de un tren que se
mueve y posee un destino, una última estación. Le ruego, pero sin rogarle, que
se quede y que quiera y desea quedarse, porque este tren se mueve, tiene un
destino, y su indiferencia, amado pasajero-lector, es el principal obstáculo en
las vías.
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