11 de junio de 2019

Váyase sin irse


Escuche con atención. Ahora que tengo su atención, ya no la quiero. Retírese, pero quédese. Lo quiero y no lo quiero. Estoy hecho un histérico. Mejor quédese, pero con una tendencia latente a irse. Quédese con la idea de irse, eso es lo que ahora necesito. Si desea quedarse, y yo así lo deseo, mejor sería desear que se vaya después de determinado tiempo. 
Si usted desea irse, y yo deseo que se quede, entonces me armaré de valentía, fingiré indolencia y le abriré la puerta; pero si usted desea quedarse y yo deseo que se vaya, será mejor que acate mis órdenes: 

“Váyase y no vuelva”

Si de lo contrario, usted me hace caso y se va, no se atreva a contradecirme luego, porque irse y volver es peor que no querer irse. Y si se va y no vuelve, mi excentricidad ha triunfado nuevamente. No deje que esto ocurra. Quédese, pero porque así usted lo desea. Yo así lo desearé si usted lo desea de verdad, porque so pena su indiferencia, yo le estaré agradecido de que junte sus petates y se vaya, si así lo desea, claro. 
No se puede ser neutral dentro de un tren que se mueve y posee un destino, una última estación. Le ruego, pero sin rogarle, que se quede y que quiera y desea quedarse, porque este tren se mueve, tiene un destino, y su indiferencia, amado pasajero-lector, es el principal obstáculo en las vías.

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