1 de septiembre de 2014

Una breve nota sobre mí


"Solía pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo. No lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo".

Robin Williams


Controversial manera de introducir una nueva entrada... después de tanto tiempo, ¿No?. Para los que se preguntan por qué abandoné un hábito que venía manteniendo por mucho tiempo, la respuesta no es simple; es un cúmulo de cosas inexplicables. Si tengo que empezar por uno de los tantos problemas que me causaba, debería decir que fue aquel contraste entre lo que consumía de "ellos" y la realidad misma. Cuando uno prueba el paraíso, no puede volver a la realidad sin un desliz en su sanidad mental. La ficción, tan colorida como es, nos permite imaginar, pero a veces ésta vuela tan alto, que nos aleja de lo que nos rodea. Este hábito (solo algunos sabrán a cual me refiero) me dejaba una pena existencial al alcance de la mano, deseos frustrados en la mochila, y una tristeza inmensa. No la curaba nada. Consumía horas reloj, días, semanas, meses, y años de mi vida. Cada día me sentía más un extraño. Llegue al punto de no querer ni esperar nada de nadie. La humanidad me daba asco (quizás me siga dando asco). Comencé a engendrar una sensibilidad exacerbada por lo abstracto, que claramente me enceguecía de lo práctico. Estaba hecho un monstruo devorador. Pero la sensación de soledad no solo persistía, sino que crecía con las páginas pasadas. El sentimiento de incomprensión alertagaba mis ánimos y me dejaba un malestar que no me dejaba disfrutar de ningún momento. Cada minuto pensaba que "podría estar haciendo otra cosa" o bien "esta o tal otra persona es una basura". Mis intenciones de entablar conversación con los otros se desvanecieron por completo. Nada de lo que la gente pudiera aportarme en una discusión se comparaba con el monólogo único y poderoso que entablaba con mis amigos de papel. La depresión y las constantes luchas conmigo mismo me habían llevado a contraer enfermedades físicas asociadas al mal funcionamiento de la psique; en otras palabras, mi malestar psíquico era tan drástico, que transpolaba aquel malestar a los órganos de mi sistema, haciéndolos accionar de manera deficiente. Mi cuerpo y mi mente eran un caos. Tuve que tomar una decisión drástica (por lo menos me sigue pareciendo drástica... e injusta también), pero lo único que podía salvarme era suprimir por completo aquel hábito. Un hobby que había hecho nacer tantas cosas buenas en mí, pero a un precio descomunal: mi propia salud. 

Hace 7 meses que estoy completamente sobrio. Y sólo debo decir que me siento "bien". Pero todavía sueño. Sueño y deseo. Ahora estoy sujeto a los temas y las problemáticas de este mundo mortal. Ya he entregado mi voluntad al exterior. La voluntad inerte está en peligro, no me queda duda. No sé si seguirá vivo, pero, por el momento, creo que va camino a su propia muerte. La voluntad inerte ha renacido en busca de su total aniquilación... porque ahora ha decidido confiar en los demás.