No les traigo un poema
político
Ni un discurso privado
Esto nace del alma
Honesto y angustiado
El hombre, que es fuerte
Y erguido
Con la frente alta
Como sus padres le han
dicho:
“No llore, a usted nada
le hace falta”
Pero quien me dice
Lo que me hace falta
Si a veces un niño me
creo
Un crio ingenuo
Que carga una espada
Y un escudo de lata
Que arremete contra los
monstruos
Sombras horribles, sin
rostro.
Cuando me caigo
Sobre los pies me
levanto
El peso puesto en los
hombros
Con ellos cargo
El peso más pesado
El crimen de los otros
Y junto a ellos mi
pasado
El propio, y no el ajeno
Que en esta vida
Más vale andar liviano,
Las cargas que sobran
Nos dejan invalidados.
La vida me ha enseñado
Que los monstruos no son
de cuentos
Existen a nuestro lado
Visten de cuero y
fieltro
Y tienen el rostro
machucado
Por los males que han
cometido
Sobre las pobres mentes
De inocentes y perdidos
Las manos más grandes
Poderosas, sin guantes
Todas ellas cubiertas de
sangre
Son aquellas las que
estrangulan
El amor y el arte.
Por eso los busco
Pero los pierdo de vista
Quizás no soy buen
buscador
Me hace falta una guía.
Pero siguiendo mi
corazón
He llegado por una vía
Agrietada y abandonada
Que descansa sobre una
loma despoblada.
Encontré renacuajos y
bichos raros
Pero aunque peligrosos
se vean
A nadie le hacen daño
Y detrás de las casas
bajas
Hombres tiesos,
levantando las palas
No se mueven ni se
inmutan
Solo contemplan la
mirada
De los que pasan sin
voltear la cara
Los que se apresuran a
pasar de largo
Y no verles la tez ajada
Y ellos allí clavados
Entre la miseria y el
espanto
Son muchos, son hombres
varios
Pero aunque peligrosos
se vean
A nadie le hacen daño
Con esto ya he
demostrado
Y me quedo seguro
De no estar equivocado
Son muchos los hombres
Que parecen peligrosos
Pero las apariencias
engañan
Los ponzoñosos son otros
Todas las veces
Que mis pies
Este suelo han hoyado
No será la última vez
Que me doy consuelo
Que mirando los techos
Bajos y cerrados
Y aquellos niños
achaparrados
Que juegan siempre en el
barro
Estoy seguro
Que a nadie le han hecho
daño
Mientras escribo estas
líneas
Mi pecho se desgarra
No sé si es un recuerdo
Pero duele como dagas
Clavadas en la espalda
O será esta realidad
Que rasguña con sus
garras
Pero yo no bajo los
brazos
Las alzo bien alto
Aunque combativo,
También soy manso
Aunque solitario
Más vale solo que mal
acompañado
No se ofendan, mis
amigos
A ustedes los conservo a
mi lado.
Y a los traidores y los
blandos
Mejor no verlos y
olvidarlos
Saben qué? A veces
pienso
Un poco enojado
Que gracias a ellos
Los chicos achaparrados
Hoy juegan en el barro
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