«Nacido en una ciudad de muertos»
Bruce Springsteen
«Del azul del cielo al negro de la nada»
Neil Young
No termina. El
horror llega cíclicamente en forma de payaso a Derry, una olvidada cuidad del
estado de Maine. La masacre comienza en 1957 con la muerte del pequeño Georgie
Denbrough (hermano de Bill, el protagonista) que muy a gusto seguía el curso de
un adorable barquito de papel en su travesía por las aguas estancadas de
Witcham Street, durante el auge de una larga tormenta. Nunca nadie pensó (menos
su hermano) que encontraría la muerte allí, en la boca de tormenta de la mano
izquierda. Pues así fue; ya era demasiado tarde. El pequeño Georgie fue
encontrado minutos después de ser asesinado por el peligroso “asesino de
Derry”. Por lo menos, eso pensaba la prensa local, las autoridades y la gente
del lugar. El cadáver yacía, con su hermoso piloto amarillo, en el suelo. Le
faltaba un brazo completo, y sus ojos, repletos de un terror abominable,
recibían el agua de lluvia.
Y allí
recomienza el ciclo sangriento. Desaparecen niños de forma misteriosa, que
luego aparecen desmembrados de la forma más cínica y horrible posible. Los
periodistas de los diarios más amarillistas se reportan en la escena del crimen,
y concluyen “otra obra del asesino de Derry”. Los adultos, que en sumo grado
desconocen la verdad, se debaten fervientemente sobre el paradero del asesino,
pero ellos no saben tan bien como los niños, cuya imaginación (más pura que
nunca) ha visto pender una sombra nefasta sobre la cuidad. Perseguidos por un
ente indescriptible, se ven en necesidad de refugiarse de algo espantoso. Los
grandes actúan esquivos y nadie los ayuda. Asimismo, la ciudad influye
negativamente sobre las mentes de los adultos. La historia de aquel sitio
esconde episodios truculentos de violencia incomparable. La masacre del Black
Spot, la explosión de la fundición Kitchener, la eliminación en pleno centro de
la banda de Bradley y los múltiples homicidios de la Liga de la Decencia Blanca
(una organización racista y violenta) son retratados en detalle y comprenden
los hechos más siniestros del amplio libro histórico de los Estados Unidos.
Pero por alguna razón, nadie escucha a los ciudadanos de Derry. La nación
completa hace oídos sordos a las noticias sobre ella, y muy pronto la gente se
olvida del tema y sigue con su vida. Para los niños, la cuidad goza como de
alguna especie de “impunidad asesina”. Se reportan desastres y asesinatos de
gran calibre como si se hablase de algo común y corriente.
En medio de
todo este desastre, un grupo de siete amigos, autoproclamados los Perdedores: Bill,
Richie, Eddie, Ben, Beverly, Mike y Stan, deciden acabar con el horror de una
vez por todas. Cada uno de ellos sufre el terrible avistamiento del payaso
demoníaco. El desconocido homicida que irradia una extraña luz. Un ser raro, de
sonrisa exagerada y garras filosas como el diamante, que ofrece globos a los
niños y toma diversas formas: el poder de transformarse en lo que los pequeños
más temen. Se alimenta del temor y la carne humana; aparece, come, se divierte
y vuelve a hibernar unos veintisiete años más. Y así el historial de defunción
se va acrecentando.
No obstante,
el payaso Pennywise no es el único problema para nuestros héroes. También está
ese maldito niño pendenciero llamado Henry Bowers y su pandilla, acosando a
cada uno reiteradas veces, de las cuales Eddie Kaspbrak debe soportar la peor
cuando le quiebran un brazo. El padre de
Henry, un despiadado racista cuyo único divertimento consistía en arruinarle la
vida a un pobre negro en las inmediaciones de su casa, está completamente loco
y transfiere parte de su locura al niño Henry desde sus primeros años. Henry,
que no sabe hacer nada mejor que molestar a los compañeros de escuela que no se
podían defender de su puño autoritario, se va tornando en un monstruo insano a
medida que la mano negra del payaso se va posando sobre su hombro y lo utiliza
como medio principal para deshacerse de Bill y sus amigos. Cada vez más animal
e impío, mata a su padre mientras duerme con una navaja en el cuello y decide
usarla con los Perdedores. De esta forma, se ven asediados por el terror, en
medio de dos grandes fuerzas que los tienen atados hasta el final del libro.
A través del álbum
de fotos de Mike Hanlon, los Perdedores se enteran del origen del payaso. El
espectro del payaso deambulaba por Derry desde tiempos inmemoriales, tal como
se mostraba en la extraña foto, que muy probablemente databa de principios del
siglo dieciocho. Entonces se aventuran en las entrañas de Derry bajo tierra,
atravesando el precario sistema cloacal para encontrarse con el horror final.
Al destruirlo, los siete prometen volver a Derry en caso de que Eso retornara. Hicieron un pacto de
sangre y así cada uno siguió su propio rumbo, y se olvidaron del asunto, hasta
una fatídica noche de 1985, veintisiete años después del incidente. Las seis
llamadas, efectuadas por Mike Hanlon (quien nunca olvido gracias a su
permanente estancia en la cuidad) por la noche, despertaron en los héroes aquellos
recuerdos desesperantes de Derry, que la mayoría ya había reprimido para
continuar su existencia. El mensaje era claro, tan claro que perturbo la
sanidad mental tan súbitamente que no pudieron racionalizarlo: Eso había vuelto. Stan Uris, el más
escéptico de los Perdedores, no puede soportarlo y se corta las venas en la
bañera. Más tarde su cadáver es descubierto por su esposa, quien no contuvo el
grito que asomaba por su garganta. Antes de desvanecerse, Stan pudo escribir en
los azulejos del baño, con su propia sangre, el reflejo de su tormento, el
artículo neutro transfigurado en nombre propio:
«IT»
Es así como
los Perdedores continúan con un soldado menos, preocupados por el hecho de
haber roto el círculo ganador de 1958. Los protagonistas no están seguros de
poder vencerlo, no ahora que eran adultos. Se ven forzados a revivir los
traumas de la niñez y reintegrar la inocencia, el amor y la amistad a sus
nuevas vidas de responsabilidades.
El libro trata
con notable sutileza las problemáticas de los niños y los adultos, el choque
generacional que se da en cualquier sociedad y que ha sido objeto de discordia
de un inestimable número de familias. Para aquellos enanitos, los más grandes
siempre serán un misterio; muchos de ellos piensan que están locos y dicen
sinsentidos permanentemente. Stephen King relata con gran maestría la regresión
irrevocable que experimentan los personajes, recordando poco a poco aquellas
aventuras y desventuras que los unieron, que sellaron su amistad para siempre;
una muestra cabal de que en masa, los niños pueden lograr todo lo que se
proponen.
La novela es
un viaje a las profundidades del aparato cognitivo infantil y como éste
comprende el vasto universo. Un extenso análisis de los propósitos y las
confusiones de hombrecitos y mujercitas que aún no han alcanzado la madurez, y
que por suerte conservan parte de su objeto más preciado: la ingenuidad y la
esperanza. Es justamente de estas dos ventajas de las cuales se vale el payaso;
así como a nuestros héroes le son tan familiares y preciadas, al payaso les son
de gran ayuda para atemorizarlos. Los Perdedores deberán enfrentar sus miedos
más profundos: Bill tendrá que desafiar la culpa por la muerte de su hermano,
Ben el vergonzoso hecho para él de ser gordo, Eddie deberá hacerle frente a su
sobre protectora madre, Bevvie los abusos de su padre, Stan saldrá en busca de un
aliciente para su mente racional y deberá pelear contra lo sobrenatural, Mike a
aquel ciclópeo pájaro gigante de la fundición y las persecuciones de los
brabucones por ser negro, y Richie a aquel hombre-lobo de las películas y su
boca floja que le causan más problemas que a ninguno. Todo esto teñido de las
injusticias del nuevo mundo, la violencia en la sociedad norteamericana (un
tema muy recurrente en sus obras famosas, como Carrie, El Resplandor y
Cementerio de Animales, entre otras) y el fantasma de lo desconocido ciñéndose
sobre sus cabezas. Para derrotar a Eso,
deberán derrotar a Derry. Y eso pareció más fácil por entonces, veintisiete años
atrás, y ahora que ya no comparten aquella amistad, destruida ya por el
distanciamiento y los deberes cotidianos, las canas que asoman en sus cabellos
y las arrugas que se marcan en sus rostros, no están seguros de poder
derrotarlo.
A la opinión
de muchos críticos conservadores de la literatura, que afirman que S. King es
la “hamburguesa con papas fritas” del mundo de las letras, se opone la
entusiasta aceptación de los admiradores de E. A. Poe, H. P. Lovecraft y el
terror y la ciencia ficción en términos generales. En lo que a mí me respecta,
he identificado en este autor estadounidense, una de las mejores cabezas para
relatar historias que realmente hielan la sangre en pleno siglo XXI. Tejedor de
varios clásicos del terror contemporáneo, King ha sabido crear y dominar un
nuevo estilo de escritura amena y fluida basada en el desarrollo frenético del
cine de Hollywood, pero permitiéndose a la vez el suspenso que, manejado con
rectitud y precisión tan solo como él sabe hacerlo, demuestran que se pueden
escribir obras maestras con elementos de la cultura Pop. Un libro altamente
recomendable, a pesar de su longitud que para muchos puede parecer excesivo en
un principio, pero que no es más que una sensación; al empezar a leerlo, el
lector no advertirá que le falta poco para terminarlo hasta que llegue a las
1000 páginas. Indiscutiblemente superior a la película (como siempre ocurre) IT es un señor libro, indispensable en
la biblioteca de los seguidores acérrimos del género.
Excelente review !!!
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