Las leyendas urbanas han sido durante generaciones y generaciones el deleite para algunos guerreros de lo fantástico y el objeto de burla del común del pueblo racional. Las historias transmitidas desvirtúan la estabilidad mental de los oyentes y se graban a fuego en sus neuronas, creando un fantasma psicológico que participa de nuestras más horrendas visiones nocturnas, de esas que se vislumbran bajo el frío baño lunar que se posa sobre las siluetas de los valles inhabitados, las faldas de las montañas silenciosas, los pantanos cenagosos y las calles agrietadas de los pueblitos lejanos. De las voces suscitadas de un hoyo en la pared hasta la débil sensación de que a uno lo están observando de espaldas, es lo que mantiene una moderada distancia consciente de las bocas atrevidas que emiten dichos sucesos, vilmente trágicos para nuestros oídos. Varios hombres, que hayan estado en conocimiento de estas leyendas, han desaparecido luego de prestarse a escuchar los sonidos que emite el viento o por el simple hecho de que sus cerebros se contaminaron de una forma tan brutal que eligieron el perderse en una cuidad cualquiera, para no ser vistos nunca más. Y es que el peligro más evidente de estas fábulas del terror es el que se abalanza sobre nosotros con una feroz fuerza, injuriando la psiquis, las terminales nerviosas y los medios del pensamiento. De esta manera los más vulnerables son los de admirable imaginación, tanto por la capacidad de materializar estos miedos, como por el terror latente de que puedan aplicarse alguna vez a la realidad. Esta sería las respuesta más citada por los mundanos ciudadanos, tal vez por miedo a admitir lo que sospecharon desde un principio. Tienden a relacionar estos temores de la gente sensible con el impulso de su propia imaginación, la cual ellos creen, es demasiado trastornada, poderosa. Personalmente no puedo decir nada, siendo yo también uno de estos mundanos, aunque un poco más indeciso de la verdad que el resto, porque alguna vez tuve una imaginación superdesarrollada de niño y no ignoro la potencia con la cual las visiones fantasmales se me aparecían cotidianamente.
Varias de las historias de linterna y fogón, a pesar de ser clásicas, siguen haciendo temblar el pulso de los ancianos y alertar a los incrédulos adolescentes. La leyenda de Atlántis, la hermosa y opulenta isla griega que se sumergió en el océano con sus casas de techos dorados completamente en ruinas, despierta la gran aversión a lo desconocido. Otras leyendas, más siniestras, como la de Bloody Mary, —el espectro de una chica que se presenta al llamarla por su nombre tres veces frente a un espejo— han jugado con la contracción supersticiosa de las creencias de la gente para desencadenar una red inmensa de advertencias ridículas, en pos de protegerse de estos supuestos peligros sobrenaturales, naturalmente omitidos por la civilización pensante. Lo cierto es que mientras más oscuro y verídico es el tono del narrador, quién deberá esforzarse para ello, más sospechas levanta en los oyentes sobre la posibilidad de ser real su relato. Es por eso que las leyendas más monstruosas están escritas por individuos de notables facilidades mentales para acrecentar la atmósfera de tensión que se moldea a través de la narración de los acontecimientos, generando así un clímax perfecto de expectativa y horror que hacen de esta una sensación inigualable.
Las leyendas urbanas también tienen su espacio cibernético en Internet. A diferencia de las otras leyendas, estas fueron escritas en diversos blogs o redes sociales, que poco a poco llegarían a proliferarse por toda la red. A este tipo de leyendas les llamamos Creepypasta, nombre que hace referencia al copy-paste que se concreta para desperdigar la información a todas las páginas de internet posibles y así poder darse a conocer.
En una noche de noviembre —no recuerdo la fecha— tuvo lugar una extensa conversación por Skype con mi estimado amigo Alfonso y a la que posteriormente se sumó nuestro queridísimo Impa, seguramente dejando de lado su vicio admitido por el Ragnarok Online. Eran ya como las 2 de la mañana y en un momento Alfonso sacó a relucir un Creepypasta de Pokemon, bautizado por el nombre Lost Silver, aparentemente un hack del original Gold & Silver para Gameboy Color. Era un post de Taringa, con un video al pie del escrito. La historia relatada era terrible para aquellas horas, en las que uno ya no tenía nada que hacer más que asistir al regular clamor del ventilador y el tenue resplandor de la lámpara de escritorio. El que se disponía a leer todo el texto era Alfonso, mientras Impa y yo escuchábamos, cagados hasta las patas. Cada frase era como un disparador del pavor escondido en nuestra conciencia, a pesar del agitado ritmo de lectura, y no faltaron las miradas cómplices entre uno y la puerta. A medida que la historia progresaba, se iba tornando más escalofriante la cosa. Terminamos, ya con la palometa en los calzones, y nos decidimos a mirar el video de Youtube con el gameplay del juego, para obtener una impresión más detallada. Acá fue donde se puso escabrosa la situación. El primer minuto del footage mostraba al jugador en una habitación de madera bordeada por una cerca de palos, y en el medio, una puerta de aspecto más que singular, más ancha de lo normal podríamos decir. El jugador mostró la pantalla de status —se podía ver que el nombre del jugador era “tres puntos suspensivos” (…)— y accedió a la opción Pokemon. El party estaba conformado por 5 Unowns y un Cyndaquil lv. 5 apodado Hurry, que extrañamente tenía solo 1 punto de vida restante. Entonces ahora entraba por la puerta rara. Al entrar por esa puerta, (…) aparece en un lugar completamente oscuro y usa Flash, técnica que disponía gracias al Cyndaquil agonizante. La pantalla se iluminó para revelar una escena poco tranquilizadora: una habitación completamente roja, acompañada de una música espeluznante. A medida que el jugador se movía por un pasillito, la luz roja se iba apagando hasta quedar totalmente negra. Ahí se topó con un cartel que decía: Turn back now (YES/NO), y el jugador selecciona YES. Hurry se desmaya. El jugador aparece en un cuadrado de lápidas en un cementerio y vuelve nuevamente al pasillo rojo, pero esta vez como un fantasma y con un Celebi, reemplazando a Hurry, que creemos se había muerto más que desmayado, obviamente porque el texto no fue modificado del original: Hurry has fainted!. Otra vez saca la pantalla de status, y entra en la opción (…). Afortunadamente, Alfonso en esta parte no pudo contener una risita que nos hizo despabilar a todos y empezar a reírnos también: “No tiene brazos boludo jajajaja”. Nos cagamos de risa un rato. Era cierto, ahora la imagen del entrenador no tenía brazos ni piernas y estaba todo pintado de blanco. Parecía un maniquí con gorra el hijo de puta, pero lo raro era que podía traspasar las paredes en este estado espiritual. Muchas cosas ocurrieron después, pero nada de lo que yo diga aquí será mejor que ver el video por ustedes mismos, si se atreven:
Habiendo finalizado con esta historia, divagábamos por Internet, acotando huevadas, tomando coca, riéndonos de las pavadas que decíamos, y dimos con otro Creepypasta, esta vez era el Suicidio de Calamardo. Este ya lo conocíamos los tres, pero nos aventuramos a releerlo por diversión. Resulta que a un supuesto interno en Nickelodeon Studios —el narrador— le fue entregado una copia de lo que sería un nuevo episodio después de la película de Bob Esponja: su título era “El Suicidio de Calamardo”, del inglés “Squidward’s Suicide”. Leer semejante título no supuso gran cosa para los animadores, que checkeaban constantemente los episodios ya editados y estaban acostumbrados a ver títulos puestos en broma por los escritores; así que nadie se escandalizó e incluso un miembro del equipo emitió una risa seca. Pero no era muy gracioso lo que estaban a punto de presenciar. El episodio empezaba normalmente, con la musiquita de la serie, todo lindo. Calamardo estaba tocando el clarinete, errándole como siempre, y se escucha a Bob riéndose desde afuera. Como es de esperarse, Calamardo le cierra el orto y Bob se va a jugar con Patricio y Sandy (el postrecito), acá: Arenita. Esa misma noche, Calamardo asiste a un concierto, cuya falta de talento se hacía más que evidente por la cantidad de notas que no lograba hilar. La gente empezaba a abuchearlo. Se podía notar en aquellos rostros un odio vil, tal cual se narra en la historia; sus ojos estaban hechos de un modo hiperrealista. El abucheo era atronador y esto no hizo más que deprimir a Calamardo de una manera intensa. La siguiente escena muestra al fracasado clarinetista sentado al borde de su cama; no había sonido alguno. Se podía mirar por la ventana del cuarto la helada costa de Fondo de Bikini; Calamardo corrompe en llantos. El llanto se va haciendo cada vez más fuerte, lleno de angustia e ira. Como flashazos repentinos en la pantalla, aparecían unas fotos en un intervalo muy corto de apenas un segundo, al que el animador tenía que pausar y rebobinar para verlo mejor. Ingrata fue la sorpresa que en el estudio obró, que por lo repugnante hizo a varios taparse la boca del asco. Era la foto de un niño muerto, despojado de sus tripas que yacían a su lado en un charco de sangre gigante. Una sombra, que sugería ser la del fotógrafo, se erguía frente al cadáver. El video continuó, revelando otras dos fotos más de niños descuartizados. El modus operandi del asesino era el mismo en todos los casos. Hubo una mujer del staff que tuvo que retirarse y el narrador dice haber vomitado durante el display de la tercer foto. El truculento curso del video llegaba a su fin. Calamardo miraba la pantalla, con los ojos inyectados en sangre. Ya no hacía falta agudizar las aptitudes auditivas, se oía claramente el viento que azotaba las ramas con violencia; una tormenta que precedía al inevitable y trágico desenlace. Una voz resonante que se batía contra los cuatro muros azulados de la casa al estilo isla de pascua intentaba calentar los oídos de Calamardo, induciéndolo a redimirse de su penuria con un solo gatillazo de escopeta, que no sabemos de donde cuernos sacó ¬¬. El eco decía Hazlo y Calamardo lo hizo. HEADSHOT! Se voló el coco ahí nomás. Su cuerpo desahuciado cayó en la cama. De su cabeza, lo único que podía discernirse del resto de una masa informe de carne era un ojo colgando. Concluyendo la animación, gran parte del equipo abandonó la sala, mientras que el narrador y algunos más se quedaron para verla nuevamente, acto cuyo ejecutante se arrepintió de haber hecho, puesto que el video se le quedó pegado, dejándole una perturbación de por vida que selló su malhadada presencia sobremanera sobre su espíritu. Varias investigaciones al respecto se llevaron a cabo con el objeto de encontrar al responsable de la enfermiza caricatura, pero todo fue en vano. Aparentemente la cinta había sido modificada por no se sabe quien joraca. No obstante, esto no es más que una excusa para descartar toda culpabilidad a un determinado sujeto, supuestamente responsable. Este sería el tema recurrente en la gran mayoría de los Creepypastas: los culpables y/o testigos del incidente no pueden ser identificados o se olvidaron de todo lo sucedido… típico; alimenta las conclusiones ortodoxas por supuesto. Por ello, los racionales pueden advertir la farsa detrás de todo el asunto, aunque no quita el innombrable terror que impregna en el alma esta leyenda durante un tiempo, que luego pasa a ser olvidado o solamente desarraigado de nuestra mente para no sufrir sus encarnados efectos, hasta que uno recoge, una vez más, otra historia aterradora.
En el post Taringuero, a simple vista, lo que más sobresaltó de aquel fondo blanco con letritas, era sin lugar a dudas la imagen impactante de Calamardo con unos ojos naranja brillante, inyectados en sangre.
La impresión que por lo menos a mí me causo no fue tan severa como la historia en sí, pero definitivamente ayudó a darle a la crónica un plus detestable; no por nada se dice que una imagen vale más que mil palabras.
Alfonso tomó aire después de recitar todo aquel tratado y el silencio reinó. Yo estaba jugando con el vaso de coca al mismo tiempo que intentaba escuchar algún sonido. Impa… creí que había fallecido; no se oía su voz para nada. Alfonso nos explicó que había unas historias más en el post, similares a esta: la del episodio perdido de Mickey Mouse y Los Simpson, ambos conocidos para los tres.
Charlamos un poco sobre uno de los más destacables Creepypastas, incluido hasta en la magnifica base de datos de Wikipedia: Polybius, el juego maldito. Este sería, vulgarmente llamado acá, un fichín expuesto en una galería arcade en Estados Unidos. El videojuego era conocido por causar efectos irreversiblemente destructivos en sus jugadores, quienes a menudo sufrían de alucinaciones, pesadillas, tendencias suicidas y locura. La máquina fue retirada del establecimiento poco después de su aparición, convirtiéndose en una leyenda urbana de suma fama. El nombre de la empresa desarrolladora era Sinneslöschen —que en alemán significa “pérdida de los sentidos”— y programado por Ed Rottberg —verga rota—. La verdad es que ya nos pareció chistoso; alguno que otro soltó una carcajada. Yo dije algo como: “Ah bue, ¿no podía llamarse de otra forma, no? ¡Que hijos de puta!”. Pérdida de los sentidos… sonaba muy explícito… podrían haberlos demandando por esto mucho antes de que se supieran las consecuencias de jugarlo. Igualmente, para un gamer americano promedio, el nombre de la empresa se la podía meter en el ojete la burocracia económica, junto con los derechos reservados, los sprites prediseñados y la musiquita del orto, compuesta por un sujeto desconocido que no era identificado ni por su propio vecino. La cosa era probarlo, y todos los que se atrevieron, fueron las víctimas de un abominable proyecto militar. Al parecer había sido instalado por los “Hombres de Negro” —no, no hablo de Tommy Lee Jones ni Will Smith— en varios suburbios de Portland, Oklahoma, California, etc, para someter a los jóvenes a una serie de mensajes subliminales que aparecían ocasionalmente como destellos rápidos durante el gameplay. Algunos de ellos decían: “Kill yourself”, “No thought”, “Don´t question authority”, “Obey”. De esto derivaron una grotesca gestión de chistes y risas que no paró hasta más adelante, cuando me metí en Youtube para ver el video del juego, que decía ser una remake del original, que había desaparecido hace ya hace mucho tiempo, desmantelados todos los ejemplares por agentes del mismísimo gobierno norteamericano como consecuencia de una trágica muerte de un jugador que tuvo un ataque de epilepsia, naturalmente debido a los luminosos colores y flashes; era de esperarse. Eran las 4 a.m en punto cuando reproduje el video. Un estallido de figuras y colores inundó la pantalla. El viento batía las ventanas de mi habitación, que se encuentra en el tercer piso, el más alto, por lo que se ve amenazada por los azotes de la fría brisa nocturna a menudo. La puerta, que había sido olvidada hace unas horas, cobraba su presencia más vivaz en mis ojos. Esta vez la vigilaba detenidamente, aguardando que alguna figura negra pasara en frente del pequeño orificio de la cerradura. La musiquita del juego centró mi atención nuevamente en la pantalla… era una marcha espeluznante; era como una murga brasileña del infierno, un candombe tropical mefistofélico. En el interior se podía notar un pentagrama satánico y, detrás de él, un enorme círculo con los colores del arcoíris que giraba incesantemente. La navecita quedaba a un extremo de la pantalla y no podía moverse. Con el joystick solo podíamos controlar el pentagrama blanco. Si alguien se hubiera muerto por esto, no sería nada increíble. Cualquier epiléptico sucumbiría a semejante espectáculo de luces y brillantinas en un instante. No me sorprendería, repito, ver a un jugador de Polybius contorsionándose como babosa en sal, gritando: ASS, BARF, ASS, BARF, ASS, PISS!
De todas formas no tuve ningún ataque y el video lo mande a favoritos de cabeza. No llegué a ver ningún mensaje subliminal, ni voces ni nada por el estilo, solo la navecita disparando y la música de monótonos acordes. No obstante, no pude evitar oír nuevamente aquella furtiva entonación del viento contra el vidrio, ni la imponderable llamada de la puerta, que cada vez me obsesionaba más.
Sería interesante resaltar que la leyenda, muy popular en norteamerica, fue parodiada en un episodio de Los Simpsons, donde se ve una máquina de Polybius en el extremo derecho de la pantalla, con una inscripción del gobierno de los Estados Unidos.
Sería interesante resaltar que la leyenda, muy popular en norteamerica, fue parodiada en un episodio de Los Simpsons, donde se ve una máquina de Polybius en el extremo derecho de la pantalla, con una inscripción del gobierno de los Estados Unidos.
"Property of U. S Government"
La conferencia entre los tres prosiguió su vertiginoso derrotero. Todas estas historias me habían conducido, por tercera vez consecutiva, al “Scary Clip from Ghost Story (1981)”, alojado en mi larga lista de favoritos de Youtube. Les pasé el link, explicando que era un fragmento de la película del mismo nombre, basada en la novela de Peter Straub (1979). No estaría en condiciones de emitir cualquier juicio crítico de la peli ni la novela, no las conozco, por lo que sería imprudente de mi parte intentarlo. Al autor lo reconocía por ser uno de los más famosos escritores de terror contemporáneo, como Dean Koontz, Robert Bloch, Clive Barker —puto— y Stephen King, que saltó a la fama casi por accidente gracias a sus primeras novelas: Carrie, It, The Shinning, The Dead Zone, Cujo, Pet Sematary y la serie de The Dark Towers. Después, para mi opinión, no sacó una puta novela que sea buena. Como promete esta novelita, quizá —si la consigo, está claro u.u— me la compre. Intentaré no llegar a mis absurdas comparaciones una vez finalizado el libro, como suelo hacer siempre. Cualquier cosa, si es que hago una review para el blog, si menciono a Poe, Lovecraft, Nathaniel Hawthorne, M. R. James, Ambrose bierce o Guy de Maupassant, están más que obligados a abandonar el post jajaja. Dicho esto, creo que lograré no recaer en mis vicios constantes, y posiblemente le haga justicia a este autor de manera limpia, sin asemejar su trabajo con ningún otro escritor clásico. Volviendo al videíto… bueno, apenas dura unos 39 segundos, pero es para desfallecer de la risa… o revivir tus más alocadas pesadillas. Un viejo camina por un puente nevado. A lo lejos, otro tipo observa intrigado los movimientos del anciano; dice algo como: “What the hell is… (algo más que no logró entender)?” Enfocan al tipo mirando del otro lado del puente, a las blanquecinas cumbres que flanquean un helado río surcado por el hielo. Ahora alguien dice algo a espaldas del viejo, quien pone cara de terror mientras va girando su cabeza lentamente hacia atrás. Un fantasma de carne podrida surge desmesuradamente, escupiendo agua, gritando la ominosa palabra. Alfonso preguntó: “¿Qué mierda dijo?” Yo le contesté, acaso con la misma incertidumbre: “Creo que dijo Meh”. Entonces reventamos de la risa.
Alfonso: No tiene sentido boludo! JAJAJAJA, por qué diría Meh?
Yo: No sé, es lo que escucho, tal vez es una oveja…
Impa: Que bizarro…
Imposible no asustarse con eso… el viejo calló del puente y se hizo mierda; en el suelo parecía una muñeca ragdoll super articulada. En aquella misma conversación Alfonso descubrió, gracias a un comentario escrito casi al final de la pantalla, que lo que decía el espectro zombie era Ned, llamándolo al hombre parado allí en el medio de la tormenta. Pero nos quedamos con Meh que ahora pasaba a ser un clásico.
Estirando los brazos y las piernas, ya cansado, miré el reloj: eran las 6:00 a.m. Alfonso siguió contando historias, una de su cuñado, la de la luz verde y otras muy atrapantes. Yo las apreciaba acostado en la cama y mi voz se escuchaba casi intermitentemente, de lejos, según la situación lo permitiera o si sentía necesario comentar. A eso de las 6:30 no daba más y resolví cerrar sesión. La endeble luz de la mañana penetró en la alcoba e iluminó con un suave calor matutino las sombras de su interior. Me dejé llevar por una corriente visible de impresiones e imágenes varias: Calamardo, con sus ojos naranjas contemplándome fijo… un entrenador sin extremidades y el zombie Meh surgido del río helado. Un súbito estruendo me despertó a las 13:24 p.m. Me sobresalté bruscamente, fijando la vista hacia la puerta —la que me mantuvo alerta toda la noche—. Me adherí con virulencia al yeso de las paredes, confundido y aturdido… era mi perra que había abierto la puerta con la patita: GENIA!
Recordé la interminable conversación y la idea de transcribirla me aconteció. Creía acordarme de algunos diálogos y disquisiciones, pero me quedé con las breves acotaciones más memorables, las que le dieron a la charla un toque humorístico.
No puede negarse que las leyendas urbanas son un infernal cortejo de demonios, que solo pueden venir de simas infinitas habitadas por el diablo. Otras tradiciones hacen referencia a fétidos olores emanados de las inmediaciones abismales más oscuras del éter. El universo esconde secretos, que no cualquiera se atreve a desvelar, y como inseguro estoy de si Calamardo se suicidó o no, prefiero beber del piadoso néctar de la felicidad, y zambullirme en el olvido… una vez más.
Lo más insólito ocurrió mientras escribía esta nota, la computadora se me reiniciaba constantemente, retrasando la publicación de la misma en Voluntad Inerte. He perdido la cuenta de las veces que se apagó sin previo aviso, más aún cuando intentaba poner las imágenes. El link del video de Lost Silver fue el que más problemas me trajo, teniéndolo que subir reiteradamente. Pero siempre hay una explicación no? Mi máquina está hecha mierda; tendría que hacer un backup y formatear el disco… Sí… debe ser eso… un simple formateo y asunto arreglado.
Buenas noches a todos, me despido de ustedes con un:
—MEH!!!!
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